Esta situación culmina con el fuerte descrédito de las democracias liberales, dado que las dictaduras que surgieron demostraron ser capaces de controlar y resolver las crisis más efectivamente que las democracias. Tanto la URSS, como la Italia de Mussolini (quien fue elogiado por "hacer que los trenes corrieran a tiempo", es decir, por poner fin a las huelgas y caos económico que había dominado a ese país) y el Japón Imperial, países todos en los que se impusieron "gobiernos fuertes", no solo resolvieron la crisis a mediados de los 30 sino que fueron percibidas como restaurando el "orden social" aun con anterioridad a esa solución a problemas económicos.

Intento de demostración de la separación de las razas humanas.
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